Introducción al curso "Manejo del Programa de Etimologías Grecolatinas I", por Omar Alberto Reyes Arévalo

Vivimos tiempos curiosos, raros e hipnóticos, en donde la cotidianidad se ha convertido en una prolongación de un tiempo distinto, diferente. Nos ha tocado, tal vez, afortunadamente, vivir esta época, somos testigos de algo, ¿de qué? Cada uno le tocará dar su versión de lo que algunos llaman pandemia, de lo que otros llaman reajuste económico, otros la instauración de un estado de excepción, otros una guerra biológica, y otros uno de los grandes cuentos creados. Mientras tanto, tenemos la responsabilidad de prepararnos más, humanamente hablando, y en el terreno laboral enfrentarnos a lo que habíamos leído en alguna novela de ¿ciencia ficción, fantástica, de terror, de qué? Estamos viviendo la lejanía de las aulas, el ruido de los estudiantes está lejos, ¿cómo?, si tan sólo hace un tiempo ahí estábamos entre el barullo que da soporte a la vida, o la vida manifestada en las sonrisas, palabras, pasos, sueños, bromas, burlas, amistades de los estudiantes.    

¿Qué es nuestra vida sin la actividad? ¿Habremos pensado en este confinamiento la razón, más allá del hambre, de la invención del trabajo? ¿Serán ciertas aquellas leyendas de que el trabajo dignifica al ser humano? También es notable observar que hemos vivido una vida de monjes, y no nos hemos dado cuenta. Por otro lado, hemos tenido el tiempo que sólo un genio daba en la antiguas literaturas: "Aquí está el tiempo, ¿qué vas a hacer con él?" Espero que a estas alturas de la actual situación global hayamos aprendido un idioma más, a tocar un instrumento, a lavar los trastes, a hacer comida, a limpiar la casa, a relacionarse más con el amor, a ver más películas, a escuchar mucha música, a caminar, a ejercitarse, a conversar con sus hijos, con sus amigos, a seguir aprendiendo latín y griego, tantas actividades, tanto qué aprender; y, nosotros, en especial, a re-valorar nuestra actividad como maestros.

¿Cómo nos vemos en esto que se va a llamar la "nueva normalidad"? Ya lo vivimos un poco en el fin del semestre. ¿Cómo el porvenir? Me entusiasma pensarlo. Me parece que las preguntas que debemos contestar son: ¿Qué queremos que aprendan los estudiantes?, no es que limitemos su avance, sino que debemos pensar en una nueva metodología para diseminar el aprendizaje completo y necesario. ¿Cómo vamos a transmitir ese saber? Tenemos desde una botella lanzada en el mar hasta el uso de la tecnología. Posiblemente, de acuerdo con lo que se ha comentado, iniciemos de manera presencial, posiblemente no. 

Me parece que las dos preguntas anteriores se enlazan con algo que se llama diseño de una actividad. Hoy más que ayer debemos ser escritores de nuestras actividades académicas, el lenguaje escrito ha sido el medio principal para la exposición de nuestro ser. El campo del conocimiento es tan amplio, inabarcable para cualquiera que quisiera saber todo, pero, luego de saber todo ¿para qué le serviría a esa persona? Siempre, o casi siempre, hay que ver cómo podemos encauzar el conocimiento en una práctica real, concreta, cotidiana, dicho de otra manera, lo que enseñamos no debe quedarse en el aire de las ideas, sino que se debe ver reflejado en algo: el estudiante debe saber algo, y debe practicarlo y hallarle el sentido, nosotros podemos ayudar a que le halle sentido o decirlo claramente, pero es el estudiante el que debe encontrar el sentido. Las palabras aparecen invisibles, cuando las escuchamos, y visibles, cuando las escribimos, debemos ser capaces de hacerle ver a los estudiantes que expresan más de lo que en una primera oída muestran: ocultan toda una historia.

En Etimologías Grecolatinas I tenemos la oportunidad de comenzar a enseñarles que las palabras tienen un origen, un verdadero significado y que se relacionan unas con otras en relaciones inimaginables. Es nuestra misión seleccionar los contenidos que vamos a trasmitir y hacerlo mediante una actividad que implique un conocimiento y una práctica con sentido.


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